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Antiguo grafiti en Lavapiés |
33 años desde la muerte de Camarón. Una entrada sin ningún comentario especial que añadir. Hay realidades que perduran en el recuerdo. Hay recuerdos manipulados por la memoria. Y hay memoria adulterada por la fantasía. La fantasía es aquello que nos gustaría que sucediera pero no acontece, ni acontecerá. El humano piensa, luego existe, e imagina, y eso le hace existir también. Entremezclando realidad, recuerdo, ensueño y deseo vuelve a poner en marcha nuevas materialidades que no tienen obligatoriamente que ser ciertas. Camarón, como mito que fue, ha dado lugar a una iconografía propia. Además de ser considerado patriarca entre los de su pueblo se ha convertido en un icono cultural de finales del siglo XX, tanto dentro como fuera del mundo flamenco. Se veía venir de lejos que lo próximo tenía que llegar era la inteligencia artificial. Un cantaor a tiempo real que mezcla su irrepetible voz con Parrita o con “el de en medio de Los Chichos”; un puro juego de la ficción, un falso testimonio de lo que pudo haber sido y no fue. Los límites entre realidad y fantasía son difusos en tiempos virtuales. Qué es irreal, qué es verdadero; cuál es el documento original, el matriz, y éste documento primario ¿fue analógico?, ¿era digital?... ¡Ay de las músicas orales! Porque su único recuerdo será el de la transmisión y repetición de esos sonidos populares.
Este 2 de julio del año XXXIII escucharemos la voz auténtica de Camarón, y seguiremos esperando las historias más o menos desvirtuadas de quienes le conocieron, o esas antiguas grabaciones reencontradas por los aficionados que aún no han visto la luz en las redes.