Calle Real |
La
ciudad de San Fernando es un continuo despliegue de la iconografía a la persona
de José Monje Cruz. Este escenario se transforma y expande, muere o se hace
rutinario en multitud de pequeños objetos sin otra finalidad que la de evocar
en una mística profana el rostro o figura del cantaor. Sacacorchos, tazas,
pisapapeles, ceniceros, dedales, relojes, platos, caracolas, imanes,
palilleros, aceituneros, manteles, jarras, postales, camisetas, banderas,
posavasos o azulejos. La oferta es tan amplia que los contornos de medio perfil
de este gran fenómeno del cante ya se han esquematizado y se identifican a
partir de las líneas de sus rasgos esenciales. Aunque la copia sea nebulosa,
aunque la fotografía “pixele” turbiamente, aunque el trazo del dibujo no sea firme
estas reproducciones se asocian sin equívoco alguno al mito Camarón. Pero de
entre toda la amalgama de iconos llaman especialmente la atención lo que
consideramos como “pequeños altares camaroneros”. Igualan en su devoción a la
iconografía religiosa local: Camarón cantando con la boca entreabierta en
actitud similar a la del busto de un Cristo Nazareno con la cruz a cuestas,
Camarón de mirada perdida como un Señor de las Columnas, Camarón con ojos al
borde del llanto como un Medinaceli maniatado. Hay una imagen del culto a
Camarón en los altares de los establecimientos públicos totalmente consolidada.
Es una fotografía anónima a color que se ha reproducido hasta el infinito. En
algún momento se rendirá el merecido homenaje al autor que la tomó. (Hasta la
fecha, y como en la mayor parte de los casos, la ingenuidad del aficionado no
repara en esos detalles). Se trata del retrato de José superpuesto al zócalo de
azulejos del patio de la Venta Vargas.
Esta fotografía, o su fotocopia, cuelga
enmarcada en bares de San Fernando y en alguno de los escasos güichis que se
mantienen. Era el poster en blanco y negro que distribuyó Radio La Isla el 2 de
julio de 2002 (año cero). Ampliada su réplica está ahora en el mosaico de
azulejos que preside la pared frontal de la estancia central de la venta, sobre
ese mismo friso de alicatado a media altura que replicó el ceramista: Camarón y
el comienzo del trampantojo “del patio del patio” de la Venta de Vargas. Con este
cálido y cercano recuerdo conmemoramos con ternura este 2017 los momentos y
vivencias de este patio y otros de la La Isla ligados a nuestra infancia, a los
familiares que se han ido marchando y a los amigos
queridos que siguen estando.
La Cañailla de Chamberi
2 de julio del año XXV D.C.
Tacón de los Cabales-Pza. Juan Vargas |
Exposición en La Ola |
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CAMARÓN VIVE