domingo, 5 de diciembre de 2021

CAMARÓN EN EL PALACIO. PRIMERA PARTE - 5 DE DICIEMBRE AÑO XXIX D.C.


CAMARÓN Y MADRID, UNA INTRODUCCIÓN.

Está más que demostrado lo relevante que fue para José su paso por Madrid, recíprocamente la llegada del hijo de Juana Cruz y Luis Monje también fue importante para la ciudad y por ende para el Flamenco. En compañía de Rancapino, con un contrato con Miguel de los Reyes (con quien ya había trabajado en Málaga como bien cuenta Francis Mármol en su libro Boquerón de La Isla), allí traspusieron las navidades de 1965. Sabía lo justo para ganarse la vida con solvencia, leer, escribir y de cante, pero el Madrid de la década que estos muchachos inauguraron era un hervidero de artistas, veteranos y jóvenes innovadores que deseaban marcar su propia personalidad. Camarón vivió como le correspondía, aprendiendo de todos a la vez que imprimía su carisma y genialidad tal difíciles de entender. En la capital realizó sus primeras grabaciones discográficas y actuó por última vez en el planeta Tierra, pero eso es otra historia.


LA ESTATUA QUE NO LLEGÓ

En el 2020 un grupo de camaroneros trazó un plan para que el Ayuntamiento de Madrid, bajo la actual alcaldía de José Luis Almeida, colocara una escultura pública de José Monje Cruz coincidiendo con el que hubiera sido su 70 aniversario. La idea era recuperar una obra de la escultora catalana Susana Ruiz, encargada por el consistorio de Badalona tiempo atrás y no erigida en la localidad. Parecía que todo iba como la seda para colocar a Camarón en el Rastro madrileño, concretamente en la Plaza de Vara del Rey. Pero la iniciativa no cuajó y la capital adeuda el merecido reconocimiento cantaor isleño.
La estatua sigue en el taller de la artista en Badalona que nos dice: “Para los que administran todo es o botín de guerra o estrategia política, o arma arrojadiza…Y la cultura es su prostituta favorita.” Razón no le falta. La artista se prendó de Camarón y su figura, que trata con sumo cuidado, cariño y respeto. Sigue Susana “trabajar en su retrato fue un viaje de inmersión profunda donde llegué a apreciar su canto y su interpretación hasta emocionarme, como el flamenco reventando dentro del corazón, como es él mismo, una fuerza en expansión que no para”.

Como los escultores también comen decidió hace tiempo lanzar una serie con el busto de Camarón.
Uno de sus promotores, el castizo y también camaronero Jacobo Rivero, nos cuenta que para la colocación de esta estatua perdida hablaron con su autora, que siempre se mostró cómplice y encantada con el proyecto. Además de la plaza de los anticuarios buscaron varios sitios alternativos, uno de ellos en Vallekas ya que Camarón mantuvo una buena relación con este barrio. Otro lugar podría haber sido frente al WiZink Center, antiguo Palacio de los Deportes como nos sigue contando Jacobo, “pero era una ubicación con poco estilo flamenco en la actualidad. La historia de El Rastro y el flamenco es mítica y el cantaor anduvo mucho por esas calles. El Ayuntamiento de Madrid tuvo encima de la mesa la propuesta, incluso salió publicada en el diario ABC, pero lo cierto es que no hizo nada ni mostró interés”.


Retomando el supuesto enclave de la escultura de Camarón cercana al antiguo Palacio de Deportes damos una nueva entrada al blog. No es en absoluto descabellado pues como se verá este auditorio fue emblemático para sus fieles seguidores. El cantaor frecuentó en alguna ocasión el barrio de Salamanca, había actuado varias veces en el Teatro Alcalá Palace e iba de copas con sus amigos a la Boite del Pintor, local inaugurado por Antonio el Bailarín en la calle Goya 79.

Hablar de las vivencias de este cañaílla universal en Madrid da para mucho. Nos vamos a centrar en recopilar las actuaciones que Camarón de la Isla ofreció en el antiguo Palacio de los Deportes, que no fueron pocas. Si nadie nos contradice ha sido el recinto donde dió más recitales en su vida, tanto es así que podrían haberlo llamado el “Palacio de Camarón”, donde compartió cartel con otros grandes en lo suyo y siempre con el toque memorable de Tomatito.

CAMARÓN EN EL PALACIO


Los conciertos coincidían casi siempre con las fiestas de San Isidro y sólo uno de ellos fue durante las de la Comunidad de Madrid del 2 de mayo. Nuestro amigo camaronero Montero Glez, que estuvo presente en varios, “Camarón y Paco de Lucía anunciaban la primavera en Madrid, la llegada del buen tiempo, las piscinas. Cuando la luz del cielo de Madrid se hacía posible en Sanisidros, entonces ocurría el milagro; un milagro cuyo templo no estaba acondicionado para tal menester, la sonoridad del Palacio era mala. Pero eso daba igual”. Damos fe de que la acústica era lo de menos. Los que asistíamos estábamos pendientes de ver sentarse a José en una silla en un escenario enorme junto a Tomate, su sola presencia eclipsaba lo demás.

El fotógrafo Paco Manzano testimonia que “no solo actuaba 
Camarón en esos festivales sino que fueron otros grandes artistas los que se podían ver en el Palacio”. Como prueba el cartel de la primera actuación constatada en
1981: Lole y Manuel, Fosforito, José Menese, Camarón de la Isla, Enrique Morente, Carmen Linares, Manuela Carrasco, Habichuela, Enrique de Melchor, Tomatito y además presentado por Fernando Quiñones.

Por motivos que desconocemos el año siguiente no acudió a la
cita, quizás estuvo más pendiente del papel de la selección en el mundial de
Naranjito, aunque el elenco de participantes fue igualmente espectacular: Menese, Fosforito, Habichuela, Turronero, E.Melchor, F.Montoya, Fernanda y Bernarda y E. Morente.
A partir de 1983 Camarón ya no faltó en el Palacio de Deportes hasta 1991. El 11 de mayo fue el día elegido por los promotores para los flamencos. Además de José, El Lebrijano, Fosforito, José Menese; como guitarristas Paco Cepero, Tomate, Ricardo Miño y la bailaora Pepa Montes. Ángel Álvarez Caballero ya habla de rutina y eso que había actuado sólo dos veces allí.

El cronista de El Pais se queja del abuso de bulerías y llama a la velada “isidrada flamenca”: “Todos los cantaores las hicieron, y algunos repitieron, es excesivo.” Pero, sin embargo, lo que más le gustó de Camarón fueron “unos prodigiosos tarantos y las bulerías”. No olvida aludir al gancho de Camarón “que cualquier “ay” suyo es flamenco y suena a flamenco”. Descubrió la pólvora.

El 16 de mayo de 1984 Camarón estaba junto a Lebrijano, José Mercé, María Vargas, Angelita Vargas y María La Burra. Lo que aconteció ese año orwelliano lo cuenta Paco Espínola en un especial que la magnífica revista La Caña dedicó a Camarón tras su muerte. A poco de empezar el festival José estaba en Cádiz en sus cosas y la organización hizo lo posible para que no faltara a su cita de San Isidro. Llegó, cantó y cobró, suponemos, aunque no se sabe si le descontaron del caché el gasto de aviones y taxis para que llegara a tiempo. Comenzó con una de sus frases favoritas “Voy a cantar por soleá, por bulerías y luego lo que ustedes quieran”. A los 10 minutos se levantó y terminó el recital. Espínola cuenta que hubo gente que hasta se enfadó. Ángel Álvarez Caballero mantuvo el rencor y así lo manifiesta en una crónica posterior de un concierto de Paco de Lucía en Conde Duque, estando también anunciado Camarón que no apareció. Las “espantás camaroneras” de ayer y hoy.

Por aquel entonces Manuel Rios Ruiz era cronista flamenco del ABC. En otro tono escribe: “El Camarón de la Isla, siempre en olor de multitudes, tiene al público de su parte en todo instante, es el cantaor de moda sin lugar a dudas, su voz flamenquísima, bonita y enduendada arranca el ole rápidamente. Inició su actuación por tarantas y continuó por soleá, pellizcando siempre con un lustre en su decir verdaderamente espléndido de donosura y de genio”.

Justo un año después, el 16 de mayo de 1985 se congregan Enrique Morente, Lole y manuel, cante y baile de la familia Montoya, al toque de Pepe Habichuela, Juan Carmona, hermanos Losada, Tomatito, Niño Jero, Y Diego Carrasco. El bueno de Ágel Álvarez se vuelve loco en esta ocasión con tanta locura y bullicio: “aunque la megafonía anuló prácticamente los tonos graves y cálidos, dejándonos solo un sonido agudo, metálico, incluso hiriente” Así contaba como sonaron las guitarras de Tomate y Habichuela. “Y estuvo Camarón. Esta vez sí, sin suspense ni nerviosismos generados por la incertidumbre” (todavía le duraba el susto de la convocatoria del 84). Enrique Morente volvía a compartir escenario con su amigo, “su cante no es el que mejor conecta con la clase de público allí predominante, tuvo una buena actuación, muy sentida”. Como la mayoría del público era gitano solo iban a ver a Camarón, pero también iban payos, y rockeros y demás fauna urbana y canalla. El personal de seguridad del recinto se desquiciaba, no había manera de controlar a “la gitanería que había acudido en masa”. De nada valía comprar una entrada de la fila 1 pues en cuanto Camarón salía al escenario esa “gitanería camaronera y vociferante” se ponía delante y ahora tu diles que se vuelvan a sus asientos. Acudieron familias enteras desde Elche para ver a su ídolo. “Camarón tiene un instinto especial para conjurar los duendes en su cante. ¿El genio? Si, seguramente”. El gachó de El Pais iba cambiando de opinión.

En ABC el poeta jerezano Manuel Rios Ruiz narraba lo penoso que era escuchar flamenco en el Palacio “escuchar el cante en el destartalado recinto del Palacio de los Deportes, con los altavoces a todo gas, abarrotado de un público bullidor, parlanchín, tan aplaudidor como dado al silbamiento y al vocinglero intempestivo, es sumamente difícil, hay que hacer gala de una capacidad de adaptación máxima. Y en tales circunstancias, el arte flamenco se muestra tan fuera y tan lejos de sus ámbitos originarios, que tiene que llevar intrínseco mucha calidad para que se manifieste y se perciba en su verdadera dimensión”. Pero a José le ponía por las nubes, “El Camarón de la isla, quien después de la estentórea presentación que le hizo un fan y de la cerrada ovación de la muchedumbre, se arrancó por alegrías para seguir por tarantos- la salía en este estilo fue impresionante- bulerías y fandangos, siendo aplaudidísimo y vitoreado. Pensó Camarón de la Isla que había acabado la peoná y se fue por el forro, seguido de Tomatito y su guitarra tupida de bonitos sones; pero el gentío desencadenó su silberío a por mayor y Camarón volvió a sentarse para cantar por tangos con un compás que embelesa. Salió del escenario y otra vez la reclamación del público surgió unánime y cabezona, teniendo que repetir las bulerías. Estamos ante un artista con auténtico tirón popular. Un flamenco mágico, que cuando canta entregado y en plenitud de facultades, en corto y por derecho, hay que quitarse el sombrero”. A romperse la camisa. 

El
14 de mayo de 1986 Fosforito, Carmen Linares, la Zambra del Sacromonte (dirigida por Curro Albaycín); al toque Enrique de Melchor, Tomatito y Juan y Pepe Habichuela. Camarón se sentó esa noche y dijo “Estoy aquí para dar lo máximo que pueda, muchas gracias”.  Deleitó al público durante 40 minutos. Curro Albayzín recuerda esa gala donde de nuevo los organizadores estaban nerviosos por que Camarón no llegaba. Toni Maya también participó en el espectáculo con la Zambra. Pero al crítico de El País  ”Porque no todo lo viejo tiene interés por ser viejo –seguramente no lo tuvo cuando era joven-, y a veces lo que se nos ofrece aparece ya en un estado de decrepitud que se convierte en una caricatura de sí mismo, en algo patético”. Nos consta que se realizó un esfuerzo por parte de los artistas sacromontanos para ofrecer su arte en Madrid, descontextualizado de su hábitat natural en las cuevas del Camino del Monte. Ese año también actuaron junto a Triana Pura en la Cumbre Flamenca

Según Angel A.C. en su ya habitual crónica "constructiva" los grandes artistas de esa noche no brillaron como debían porque “(…) El Palacio de los Deportes madrileño, recinto que decididamente no es el idóneo para la escucha del cante flamenco”, observación a la que suma el disgusto que le provoca el público camaronero.

Manuel Ríos  cuenta en ABC “En la noche del pasado jueves, la edición 86 del festejo, pese a todas las causas negativas apuntadas, contó con un público entusiasta que casi llenó el aforo, entre el que se encontraba toda la gitanería madrileña, que acudió al reclamo de su ídolo, El Camarón de la Isla, en razón de familias enteras, incluidos las abuelas y los churumbeles. Y el ídolo correspondió con creces al fervor popular. El Camarón se entregó á sus seguidores y, junto a su magia racial, puso coraje y el compás que lleva ingénito. Su actuación fue larga y se desarrolló entre clamores, interpretando con el acompañamiento brillante de la guitarra de Tomatito, soleá, alegrías -los ayes en este estilo fueron lo mejor de su que hacer, tarantos, bulerías, tangos, fandangos y, otra vez, bulerías.”

En el concierto de 1987  Paco de Lucía y La Susi acompañaron al que ya tenía grabado su nombre en todos los carteles de flamenco del mes de mayo madrileño. Ese año fue muy importante en la vida de nuestros tótems flamencos. Primero porque compartían cartel de nuevo y segundo porque esa noche se reconciliaron después de años de distanciamiento. Quedan escritas en los libros las dos célebres frases con las que volvieron a entenderse Paco y José: “¿Qué pasa maricón?”, y José le contestó “Maricón tu”. Esa noche compartieron habitación a un hotel de la cercana Calle Alcalá donde Antonio Sánchez Pecino, hermano de Paco, era subdirector. Lo que pasó durante esos 4 días y sus noches no lo busquéis por ningún lado. Aunque hubo algún testigo los dos amigos se lo llevaron con ellos donde estén, que ojalá sea juntitos los dos. De este hermanamiento obtuvieron el compromiso de volver a grabar juntos. Durante los 80 habían grabado joyas imperecederas Como el Agua (1981), Calle Real (1983) y Viviré (1985). Por mor de los contratos discográficos no pudieron  volverlo hacer hasta Potro de Rabia y miel.

La afición flamenca madrileña esperaba con interés, “la muchedumbre camaronera ni siquiera respetó al gran Paco de Lucía y tuvo que pedir silencio para afinar su guitarra. Camarón, como casi siempre, arrasó acompañado por sus fieles seguidores que en opinión de Montero Glez la mezcla era digna de un estudio sociológico. La Susi cumplió con su papel de telonera pese a ser artista consolidada, y seguro que estuvo feliz y en la gloria por compartir escenario con esos dos grandes monstruos. No era la primera vez ni sería la última que Encarnación Santiago coincidía con Camarón, ya sabemos cuánto se admiraban mutuamente.

Camarón volvería por tres veces más a su palacio pero eso lo dejamos para nuestra siguiente entrada.

FIN DE LA PRIMERA PARTE PALACIEGA

5 de diciembre Año XXIX D.C.